Sentir la necesidad de volar, escapar de una pequeña parte de tu rutina, de la cual, por momentos parece que te atrapa, que te engulle en su red como una araña tejedora. Asfixia, ahoga, oprime, estruja, traspasa piel, músculos, órganos y se establece en los huesos, los cuales se debilitan hasta que no pueden más.
Mirar a la amargura e incitarle a sentir, valorar, creer en las posibilidades de cada ser de su alrededor. Creer en ella misma, ver lo bueno de si misma y lo bueno de la vida, de los pequeños placeres, los pequeños estímulos creados por la energía positiva que creamos a nuestro alrededor.
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