Absolutamente mágico, sublime, delicioso, fantástico, asombroso, espectacular, extraordinario, fascinante, fabuloso.
Una meta, dos botellas de agua, tres mochilas repletas de cosas para pasar el día, cuatro cabecitas dispuestas a comerse esa pequeña gran montaña. Pero esta, no es una subida a la cumbre cotidiana; con su larga caminata de horas subiendo y subiendo, sudando por todas las partes de tu cuerpo, suplicando agua o algún liquido para poder hidratarte, con los pies doloridos y llenos de ampollas, con el sol tostando toda tu piel, implorando que llegue a su fin. Pues nada de eso, esta historia es todo lo contrario.
Salimos de casa, subimos en coche por los increíbles e insuperables acantilados llenos paisajes áridos llegando a tornar en laderas llenas de vegetación, de marrón a verde, de zonas desérticas a lugares donde los arboles tapan el terreno.
Parada para asombrarnos con estas vistas. Para captar con nuestras mentes este horizonte, para inhalar profundamente esta naturaleza. Seguimos subiendo, en coche, hasta llegar al parking donde nos espera el teleférico, ahí esta el truco. Compramos la entrada, esperamos nuestro turno y allá vamos, el trayecto es corto pero agitado. Cuatro manivelas ayudan al motor principal a impulsarnos, los cuales hacen que se revuelva el estomago un poquito. Nos paramos a 180 metros de la cima. Nada más abrir las puertas, el olor a azufre nos impregna por completo. Las rutas señalizadas y sus miradores son perfectos para observar las islas colindantes. Por suerte contamos con un espectacular día que nos permite tener estas sensacionales vistas!
Salimos de casa, subimos en coche por los increíbles e insuperables acantilados llenos paisajes áridos llegando a tornar en laderas llenas de vegetación, de marrón a verde, de zonas desérticas a lugares donde los arboles tapan el terreno.
Parada para asombrarnos con estas vistas. Para captar con nuestras mentes este horizonte, para inhalar profundamente esta naturaleza. Seguimos subiendo, en coche, hasta llegar al parking donde nos espera el teleférico, ahí esta el truco. Compramos la entrada, esperamos nuestro turno y allá vamos, el trayecto es corto pero agitado. Cuatro manivelas ayudan al motor principal a impulsarnos, los cuales hacen que se revuelva el estomago un poquito. Nos paramos a 180 metros de la cima. Nada más abrir las puertas, el olor a azufre nos impregna por completo. Las rutas señalizadas y sus miradores son perfectos para observar las islas colindantes. Por suerte contamos con un espectacular día que nos permite tener estas sensacionales vistas!
Este viaje no deja de sorprendernos ni un solo día. Esta noche toca comer algo típico de la isla, pero ajustado a nuestro bolsillo/presupuesto, así que bocadillo de pollo mechado, rico. rico. rico no, lo siguiente. Que ganas de uno en estos momentos por favor!
P.D.: Muchísimas gracias por leerme, si queréis saber mas de esta locura de persona, SEGUIDME, prometo seguir escribiendo y expresar lo que se me venga por esta cabecita loca, gracias por perder un ratito con estas palabras, pasa muy buen día, disfrútalo, mil besitos!❤
De bocadillo es como mejor se viaja jajaja sin plan alguno salvo la ruta que pretendas hacer...luego ya se verá 😉👌
ResponderEliminarCuánta razón🙌
EliminarUn besiño enorme😀