Tal vez no sea el mundo el problema, probablemente sea mi forma de pensar. Cierro los ojos, intento pensar de otra forma y peculiarmente solo tengo lazos en la cabeza, grandes, gigantes, únicos y entrelazados. Sin ningún control, sin aparente objetivo común.
Simplemente sé quedaron, sé establecieron sin razón, sin una historia, sin un presente, ni destino. Sin unión entre si. Nada más en común que el lugar donde habitan, un efímero espacio, espacioso, cómodo, acogedor, sin ningún tipo de norma establecida. En el cual ser libre es una obligación y no molestar al prójimo una enseñanza de la vida, un pensamiento constante, vivir y ser feliz.